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Salvamos nuestra sede

El día 8 de enero 2021 nuestra presidenta Margarita Meira recibió una intimación de parte del propietario de la sede de nuestra asociación, ubicada en el Pasaje Ciudadela 1249, en el barrio de Constitución de Buenos Aires (CABA) con la información de que la casa se iba a vender - y en caso de no comprarla dentro de 3 meses por parte de Madres Víctimas de Trata la propiedad se iba a vender a otro interesado.

 

La situación fue difícil y desesperante, ya que significaba la posibilidad de perder nuestro espacio, donde a su vez funciona el centro cultural Madres de Constitución y el comedor que alimenta a centenares de personas por día. Perder nuestra sede era perder nuestra historia y con ella nuestro trabajo incansable de lucha contra la trata y el sistema prostituyente. La lucha contra un sistema patriarcal de consumo que se lleva a nuestras niñas, pibas y mujeres.

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Necesitábamos recaudar 75 mil dólares para comprarla y para principios de marzo el esfuerzo daba sus frutos, pero en proporciones pequeñas. Hasta que el 7 de marzo nos contactamos con el influencer Santiago Maratea y la politóloga Florencia Freijo, que iniciaron una campaña para recaudar los 8 millones de pesos necesarios para cumplir nuestro sueño. Tuvimos el apoyo de otros influencers, periodistas y referentes, como Lula Gómez y Zuleikas, que colaboraron para que nuestro deseo cruce las fronteras y llegue más allá de nuestras manos. 

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El 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer, esta misión que parecía un sueño inalcanzable se convirtió en realidad. Con la ayuda de muchas personas que decidieron poner su granito de arena, logramos conseguir ese dinero que nos permitió conservar nuestra historia. Después de más de 30 años, podemos decir que esa sede, donde Marga y Susi fundaron el comedor Madres de Constitución, donde se entregaron miles de raciones de comida, donde ocurrieron largas reuniones de nuestros voluntarios que se preguntaban ¿cómo podemos seguir ayudando?, donde hay un refugio para familiares y víctimas de trata prostitución... finalmente podemos llamarla nuestro hogar.

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