A un costado de la Feria Feminista, un grupo de madres grita que la trata es secuestro y violación.
El grupo Madres Víctimas de Trata, en la explanada del CCK, marzo de 2021.
Por Patricia Kolesnicov en Diario Clarín 08/03/2021
En la explanada del Centro Cultural Kirchner, la mujer se prueba collares, hermosas pulseras. Se ve su pelo blanco y una inscripción sobre la ropa: "Yegua puta". Es una respuesta a formas históricas de descalificar a las mujeres, tomando el insulto y e inviertiendo su carga. Como si djera "Sí, yegua; sí, puta. ¿Y qué?".
La inscripción tal vez refiera a una frase de Cristina Kirchner, quien contó que le decían "Yegua, puta y montonera". Hubo remeras con esas tres palabras.
La señora, el stand, los collares, están en una Feria del Libro Feminista que forma parte de una serie de actividades del CCK por el 8 de marzo. Hay libros, hay artesanías, hay bellísima joyería de pueblos originarios.
Fuera de la valla que rodea la Feria hay otra señora de pelo blanco, junto a otra inscripción: "Los prostíbulos son centros clandestinos de violación", dice, en una tela enorme sobre la que aparecen, también, las mujeres secuestradas. Sus caras, sus nombres, la fecha en que se las llevaron. No hay juegos acá con la palabra "puta".
Varias mujeres venden un libro, pañuelos contra la trata y pines que dicen cosas como "Son desaparecidas para ser prostituídas". La mujer de pelo blanco es la autora del libro y es conocida: se llama Margarita Meira y es la presidenta de la agrupación "Madres Víctimas de Trata". Su hija, Susana Betker, fue captada en 1991, prostituida y asesinada.
"Nuestras hijas no son putas, las hacen putas", dice desde esa mesita solitaria, por fuera de la Feria. Apunta al Estado, al Ministerio de las Mujeres, a los comisarios, a la Justicia y a los sindicatos de prostitutas, a los que llama "proxenetas".
No habla de una chica eligiendo su vida en un departamento sino de tortura y 20 hombres por día; nada que elegir, nada de glamour.
Por el 8M su organización tiene una campaña en las redes en las que sobrevivientes de la trata dan sus mensajes. "Necesitamos políticas que nos empoderen pero no haciéndonos creer que estar paradas en una esquina es algo de lo cual enorgullecerse", dice, por ejemplo, Elena Moncada.
Dentro del feminismo, esa idea no es una obviedad sino otra grieta.
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